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Introyectos y Gestalt

Joan Moreno i Maurel
11 de mayo de 2023

Hace tiempo escribí un artículo acerca de la necesidad de cuestionarnos nuestras verdades absolutas, nuestras creencias. En Gestalt, cuando hablamos de creencias rápidamente nos viene a la cabeza el concepto Introyecto. Es posible que en futuros artículos vuelva a hablar de ellos, directa o indirectamente, por ejemplo, si os hablo de las Proyecciones, que tienen mucha relación, pero quiero aprovechar las reflexiones que hice en su momento para hablaros de las creencias en general y también un poco de los Introyectos en clave de Gestalt.

Cada vez más me encuentro llegando a la conclusión, en cuanto a multitud de asuntos, que las posiciones extremas cada vez tienen menos sentido para mí. Incluso cuando trato un tema del que mantengo una postura firme cercana a la creencia, tengo presente no olvidarme de cuestionar si puede haber alguna grieta que pueda hacer tambalear la seguridad con la que defiendo mi opinión.

A menudo, mi sentido común me hace tener la seguridad de no dudar de algunas opiniones mías, pero al abrir la puerta de la duda, a veces me sorprendo descubriendo que, de hecho, el sentido común ha dejado paso a la comodidad de aquél pensamiento o creencia, en el confort y la seguridad que me proporciona esa manera de pensar.

Esa manera de ver el asunto quizás lleva mucho tiempo presente en mí y es posible que la seguridad que me proporciona ese pensamiento tenga más peso que la certeza objetiva de su validez.

De la misma forma que a veces podemos mantener relaciones humanas tóxicas, que, aun sabiendo que no nos convienen, no nos es fácil romper, puede pasar lo mismo con pensamientos y creencias que tenemos muy interiorizados. Por lo tanto, no se trata sólo de tratar de buscar grises a nuestros blancos o negros, sino también cuestionar la zona de confort (engañosa) que nos hace mirar hacia otro lado cuando el ejercicio de la honestidad, la autocrítica y la objetividad nos muestra que la gama de colores es mucho más rica que la del blanco y del negro.

 

Cuestionar creencias

A veces cuesta mucho romper creencias, se puede vivir como una crisis, nunca es sencillo soltar cuerdas que crees que necesitas para no caer en un precipicio de incertidumbre, pero hacerlo puede llevarte a ver que en realidad te ligaban a un limitado mapa mental que no te permitía explorar más allá.

Otras veces será el ego el que te impedirá explorar el camino de la duda, especialmente, pero no sólo en este caso, cuando tu “verdad” está siendo cuestionada por otro. Te puede ayudar a ver cómo el ego te está nublando la mente si te fijas en cómo te habla el cuerpo en ese momento en que tu ego se está manifestando. Seguro que no es una sensación agradable, está lejos de la calma y la paz interior, ¿quizá puedes notar el fuego dentro de ti?. Obviamente, no debes renunciar a tu posición, simplemente debes mantenerla con espíritu crítico, y sin intención alguna de salir vencedor del intercambio de opiniones. Tener razón nunca te ayudará a crecer, mantener la duda de si la tienes o no, sí que lo hará.

Estas creencias pueden ser de muchos tipos y con distintos niveles de arraigo. Todas ellas pueden limitarnos en nuestro día a día, desde nuestra vida más interior, individual, hasta nuestras relaciones con los demás. Los malentendidos no se producen sólo con los demás, por desgracia, somos muy autosuficientes para equivocarnos en nuestras propias interpretaciones, es mucho más fácil creerse los propios pensamientos que tener presente que no todo lo que pensamos tiene que ser cierto.

 

Introyectos y Gestalt

El origen de nuestras "sentencias" puede ser variado. Algunas creencias se han formado en nosotros por la influencia de la familia o personas que han sido un referente para nosotros o de la sociedad en general, de nuestra cultura. Otros las vamos creando a partir de nuestras vivencias y de cómo las interpretamos. Nuestra mente necesita seguridades, y de forma natural tendemos a ordenar todo lo que recibimos para poder controlar en el futuro situaciones similares. Creamos nuestros esquemas de causa-efecto y así vamos eliminando la incertidumbre en nuestro vivir e interactuar con el mundo, sin ser conscientes de que a veces, en vez de eliminar incertidumbres, lo que hacemos es crear falsas verdades.

En Gestalt usamos el concepto Introyecto para definir aquellas creencias que nos hemos tragado sin masticar. Alguien nos ha inculcado una verdad, una sentencia que no hemos sabido o podido cuestionar, simplemente lo hemos asimilado como algo que es así, como que mañana saldrá el Sol, con la misma seguridad, y de hecho, mañana no saldrá el Sol, somos nosotros que damos vueltas a su alrededor desde la Tierra, entonces … ¿le damos una vuelta a nuestras creencias? 😉 

A menudo escucho que no todos los introyectos nos limitan, algunos son beneficiosos, como los introyectos: “no matarás”, “no puedes cruzar un semáforo en rojo”, … entiendo en qué sentido lo comentan, pero creo que esto son normas útiles basadas en la ética o en la seguridad, que evidentemente no son negativas porque no me limitan, sinó que son beneficiosas. En estos casos yo no les daría el calificativo de introyecto, como digo, son más bien normas o convenciones sanas. Si no te limita, si no te impide un buen contacto con el entorno o contigo mismo/a, para mí, no es un introyecto.

 

Identifica tus introyectos o creencias con la Gestalt

Te invito a que identifiques unas cuantas creencias tuyas y te las cuestiones. Te pongo algunos ejemplos:

 

Los hombres no lloran

Tienes que ser fuerte

Las mujeres son … (acaba tú la frase)

Los hombres son … (acaba tú la frase)

Es mejor no expresar demasiado tus sentimientos

No tengo suficiente talento para hacer esto

Estas cosas (lo que sea) no son para mí.

No puedo fiarme de demasiada gente, sólo de la familia.

Yo realmente para lo que sirvo y en lo que soy bueno es en … (acaba tú la frase)

Es mejor evitar los conflictos, sólo traen problemas.

La pareja es para toda la vida.

El amor no dura.

Las cosas o se hacen bien o no se hacen.

Para tener una vida cómoda primero debes sacrificarte mucho.

Los ricos son… (acaba tú la frase)

Los pobres son … (acaba tú la frase)

etc…

 

Lo que nos han dicho de nosotros mismos

Probablemente los introyectos que nos habrán condicionado y limitado más son aquellos que nos han dicho de nosotros mismos: “No eres listo”, “Eres un torpe”, “Eres un pesado”, “Mira como lo hace tu hermano, él sí que es buen chico” (lo que introyecto es que yo no soy buen chico, que no valgo, …).

Si me lo dice alguien con poco vínculo emocional, o poca influencia para mí, puede ser que ni siquiera me afecte, pero si esto me lo dice mi padre o mi madre o mi hermano/a, etc… puede que crea sus palabras como una sentencia y sean pues para mí introyectos.

También podemos haber introyectado cualidades nuestras positivas que nos han atribuido y así lo hemos creído, y eso no significa que sea bueno, ni que sea malo. Todo aquello que nos hayamos tragado sin masticar, sea “bueno” o “malo”, no será auténtico si no hemos hecho el ejercicio de pensar y sentir si realmente es algo nuestro o no lo es, si nos sentimos identificados con ello o no, si nos sentimos cómodos o no, o si lo queremos para nosotros o no.

 

Introyectos y emociones

Si bien acabo de decir que lo importante no es si el introyecto tiene connotaciones positivas o negativas, sinó que lo importante es hacer el ejercicio de cuestionarlos para identificar si realmente es algo que nos pertenece o que lo queremos para nosotros mismos, sí que influye a qué emociones están vinculados.

Los introyectos se encuentran ligados a las emociones, a la valía que la persona tiene por sí misma, integrado en su persona, es decir, si la persona tiene mayormente integrado los introyectos negativos se verá reflejado en emociones de miedo, enojo, vergüenza. Si la persona posee más ideas positivas, es decir, introyectos positivos, su conducta se observará más agradable y tendrá una integración y agrado por las personas que la rodean, los introyectos positivos se encuentran ligados a la autoestima.

 

Tus creencias

Para identificar creencias puedes preguntarte qué opinas de diversos temas como: el amor, la pareja, la vida, el trabajo, el dinero, el éxito, el sexo, el placer, el dolor, la familia, las amistades, la sociedad, etc.

¿Ya las tienes? Escribe mínimo tres, a mano, en una hoja.

Léelas y observa qué sientes con cada una de ellas.

¿Puedes cuestionarlas?

¿Cuál/es te cuesta más cuestionar?

¿Te sorprende lo que estás descubriendo?

¿Lo aprendiste de alguien?

¿Qué te aporta pensar/actuar así?

¿Cómo sería pensar/actuar diferente a cómo lo has hecho hasta ahora siguiendo esta creencia?

Éstas son sólo algunas de las preguntas que te puedes hacer, busca también las tuyas.

 

No estoy intentando que cambies de opiniones, sino que identifiques si en algunas creencias ves alguna rigidez que te haga dudar de tu blanco o de tu negro y te lleve a un camino más flexible que te acerque al gris. Este ejercicio no debe llevarte siempre a cambiar tu color, pero te ayudará a descubrir aquellos casos en los que identifiques que sí debes hacerlo.

Quizá te des cuenta de que las creencias que te hacen sentir más incómodo en el proceso de ponerlas en duda son las que ves más motivos para dudar. Si es así, enhorabuena, estás creciendo, te estás desmontando para después reconstruirte con mayor solidez con esas piezas que sí forman parte de ti, porque habrás comprobado que sí crees en ellas después de someterlas a una mirada crítica, desde el amor hacia ti mismo/a y hacia aquellas personas que te las inculcaron.

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