Si estás leyendo este artículo es probable que sea porque como se acostumbra a decir, sufres ansiedad. Si es el caso, lo que estás sufriendo es aquella ansiedad que no te hace bien, aquella que aparece generalmente por un miedo anticipatorio a algo que no está ocurriendo aquí y ahora que imaginas y sientes que te lleva a un escenario catastrófico, peligroso o negativo, o porque estás evitando o bloqueando una emoción que percibes como peligrosa o incorrecta. Esta ansiedad es la que te lleva a terapia, y es tuya, la generas tú, de la misma forma que es tuya la ansiedad que es buena para ti, la adaptativa, la que te permite reaccionar ante un peligro real que sí está ocurriendo en ese momento. No se trata pues de evitar la ansiedad, sinó de entender los motivos de la aparición de la ansiedad de origen neurótico, que no es ni adaptativa ni sana.
En cualquier caso, la ansiedad tiene mucho que ver con el futuro, ya sea directamente por una preocupación pensando en una situación futura o ya sea indirectamente, por ejemplo, cuando en el momento presente bloqueamos una emoción (incluso quizá sin ser del todo conscientes de ello), ya que bloqueamos esa emoción porque hay una fantasía catastrófica acerca de lo que pasará si la expresamos.
En la terapia Gestalt trabajamos con el momento presente, es una gran herramienta para trabajar tu ansiedad, traer al momento presente, con tu terapeuta, todo lo que ocurre cuando sientes la ansiedad.
¿Qué es la ansiedad?
Creo que es importante en primer lugar aclarar conceptos, ya que para describir el malestar de la ansiedad se acostumbran a usar indistintamente varios términos que si bien están relacionados entre ellos, no son lo mismo, sinó que forman parte del proceso que nos lleva a la ansiedad.
Diferencias entre angustia, estrés y ansiedad
La angustia aparece a nivel emocional cuando nuestro organismo detecta que se ha roto el equilibrio, es adaptativa, nos ayuda a responder ante el surgimiento de una necesidad. Esto desencadenará el estrés, que es una respuesta física que nos lleva a la acción de ataque o huida para resolver la amenaza percibida. En un escenario sano, una vez resuelta la amenaza, desaparece el estrés y la angustia y nuestro organismo está preparado de nuevo para atender a las siguientes necesidades que surjan.
El problema se presenta cuando el estrés lo usamos para intentar mitigar la angustia sin resolver la necesidad. Podremos reducir la angustia, pero al no resolver la necesidad ésta se va a ir haciendo figura, va a ir saliendo de nuestro fondo, para ser atendida, llevándonos de nuevo al estrés, y si repetimos el patrón, será un bucle que nos llevará a la ansiedad, que es un estado de preocupación y miedo que evita que contactemos con el presente y con una toma de decisión sana para satisfacer la necesidad emergente, de modo que es una situación obstructiva, a diferencia de las anteriores, angustia y estrés, que son adaptativas.
Habrás visto que te he hablado de que la necesidad que surge se hace figura de nuestro fondo. En Gestalt hablamos del fondo y la figura. La figura es algo que emerge en nosotros, de nuestro fondo, y capta nuestra atención. Puede ser una necesidad que tenemos que atender, y una vez atendida, volverá al fondo, siendo este el escenario sano. En cambio, si no se atiende, esa figura seguirá emergiendo de nuestro fondo, insistiendo para ser atendida. Dependiendo de la intensidad de la figura será más o menos urgente para nuestro organismo saciar esa necesidad y esto puede ser el desencadenante de la ansiedad, la no satisfacción de una necesidad.
Los síntomas de la ansiedad
Fritz Perls, el padre de la terapia Gestalt, decía que la ansiedad es igual a la excitación más el abastecimiento inadecuado de oxígeno. Esta sensación de ahogo es uno de los principales síntomas de la ansiedad. Si sientes que te falta el aire, no te preocupes, no te quedarás sin aire, esto ocurre cuando hay una hiperventilación, de modo que hay un exceso de oxígeno y por eso tu cuerpo reacciona cortando la entrada de aire, es decir, no te falta, está evitando que entre un mayor exceso de oxígeno del que ya ha detectado.
Otros síntomas son:
- Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho
- Estado de alerta permanente, inquietud
- Preocupación excesiva o miedo anticipatorio ante situaciones que todavía no han ocurrido
- Confusión
- Dificultad para dormir y descansar
- Sensación de bloqueo
- Mareos
- Sudoración
- Temblores
- La falta de oxígeno puede causarnos sensación de hormigueo en los dedos, manos y brazos
El origen de tu ansiedad
¿Por qué hay ocasiones en que aparece la ansiedad cuando no hay motivos reales para ello? Son varios los motivos que lo pueden causar y cada persona tiene su historia que le puede llevar a ello. No es algo externo que nos causa ansiedad, sinó algo nuestro, algo de nuestra historia se despierta en algunas situaciones llevándonos a una sensación de peligro o miedo y nuestro cuerpo reacciona para defenderse o atacar. Esta reacción incluye la segregación de cortisol que en cantidades demasiado elevadas y de forma frecuente puede llevarnos a tener que convivir con la ansiedad.
Para sanar esta ansiedad desde la Terapia Gestalt tenemos que dedicar nuestra atención a ver cómo estamos percibiendo lo que pasa en el momento en que la experimentamos y si hay algo que podemos hacer de forma distinta que sea más sana para nosotros para gestionar esa situación. ¿Qué necesidad sana para ti no estás pudiendo satisfacer? ¿Cómo lo cortas? ¿Para qué lo cortas? ¿Cómo sería no hacerlo?
Ante una determinada situación, observar qué pensamiento viene que pueda disparar esa ansiedad, identificar si es un escenario catastrófico que generamos para poder luego ir a los hechos o a plantear si realmente no hay otro escenario futuro distinto menos catastrófico o nada catastrófico para esa situación. Esto puede funcionar como un cambio de perspectiva, y lo que tendrá mucha fuerza para poder cambiar esta ansiedad será dar lugar a los hechos a partir de entonces.
Los hechos como antídoto
Me viene a la cabeza el caso de uno de mis terapiados, que no se permitía ser sincero en muchas ocasiones porque su creencia era que al hacerlo haría daño a los demás. Cuando lo dijo vi claramente que para él era una realidad como que 1 + 1 son 2: “Si soy sincero, hago daño”, eso le causaba ansiedad al tener que sostener situaciones en las que no se permitía decir lo que pensaba, quedando así asuntos pendientes que se iban alargando en el tiempo.
Le dije que para mí, la sinceridad es una habilidad y una manera sana de comunicarse con los demás. En la siguiente sesión me comentó que había practicado la sinceridad y había estado muy a gusto. Le pregunté si había hecho daño a alguien al ser sincero, como había sido su creencia, y me dijo que se había dado cuenta de que no, de que siendo sincero no sólo no había hecho daño a nadie sinó que él se había sentido a gusto y no había sentido ansiedad. Había hecho algo distinto esta vez, atender su necesidad, decir lo que pensaba sin fantasear que eso sería negativo, que haría daño a los demás. Al atender su necesidad evitó la ansiedad. Estos momentos en que verificas con hechos que esa ansiedad no tenía motivo son los momentos “antídoto” que te van a ayudar a superarla.
Revisa tus creencias (Introyectos)
Hay que ver qué creencias (Introyectos quizá) hay que llevan a esa ansiedad. ¿Qué creencias hay sobre cómo tienes que pensar, sentir o actuar en determinadas situaciones?
Si detectas el motivo de tu ansiedad, pregúntate cuál es la preocupación que hay ahí. Una vez la tengas identificada te invito a que pongas en duda el desenlace doloroso o catastrófico o negativo que imaginas. ¿Lo tienes? OK, ahora cuestiónalo. Quizá se trata de un introyecto, es decir, algo que realmente no es tuyo, algo que te has tragado y que te está causando este malestar.
Por ejemplo, quizá detectes que lo que te causa ansiedad en una determinada situación es que estás bloqueando tu emoción de rabia porque en casa aprendiste que la rabia es mala, no se expresa, es peligrosa, la rabia es violencia y causa daño, etc … Quizá introyectaste esto de niño/a y no has tenido ocasión de comprobar por ti mismo/a que expresar la rabia no sólo no es malo sinó necesario, como lo es expresar todas las demás emociones.
Siguiendo con este ejemplo, en sesión de terapia, con tu terapeuta, podrás empezar a dejarte dar un lugar a tu rabia para tener nueva información en tu cuerpo, en tu mente y a nivel emocional, y esto te ayudará a experimentar de forma directa que era una necesidad no satisfecha poder expresar tu rabia, y que al expresarla no se ha cumplido el escenario catastrófico imaginado.
Nervio vago y ansiedad
El nervio vago activa tu sistema parasimpático, que es el que te relaja y te restaura. Entre otras funciones es el encargado de reducir la intensidad de tu ritmo cardíaco y de calmar tu respiración.
En tu día a día puedes ayudarte de varias maneras con tu ansiedad estimulando tu nervio vago:
- Escucha a tu cuerpo y dale lo que necesita. Si tienes sueño, duerme, si tienes hambre, come, si tienes sed, bebe agua. Ayudarás a reducir la ansiedad con buenos hábitos de sueño, manteniéndote correctamente hidratado, etc…
- Socializar con gente que te aporte bienestar
- Hacer ejercicio físico, que también relajará tu mente y las tensiones de tu cuerpo que genera tu ansiedad.
- Ejercicios de meditación
- Masajes
- Refrescarte la cara con agua fría
- Realizar ejercicios de estiramientos y relajación, por ejemplo, yoga (el yoga es intenso, quien no lo ha practicado nunca puede pensar que es solamente relajación, pero se trabaja todo el cuerpo con los estiramientos y posturas, con un nivel básico de yoga será suficiente para ayudarte con tu ansiedad)
- Procura cuidar tu autoexigencia, tus “deberías”, pueden ser una fuente de ansiedad, trátate con amor.
- Cantar
- Reír
Encuentra lo que te funcione e intenta crear un hábito. Puedes empezar el día haciendo eso que te funciona, o incluso empezar y acabar el día haciéndolo.
Terapia Gestalt para la ansiedad
Lo más recomendable es que busques ayuda terapéutica, en eso te puedo ayudar , presencialmente en Terrassa y Barcelona y también con sesiones online. La terapia te ayudará a detectar las causas de la ansiedad, si no las tienes identificadas, y te ayudará a sanarla desde una mayor comprensión de su existencia trabajando desde el cuerpo, la emoción y la mente.
¿Qué emoción sientes cuando experimentas la ansiedad? ¿Puedes recordar cuándo sentiste algo parecido por primera vez? ¿Qué ocurrió en esa ocasión que te produjo es ansiedad? ¿Esa emoción que te lleva a la ansiedad, se permitía en casa cuando eras niño/a? ¿Qué pensamiento hay cuando sientes la ansiedad? ¿Es un pensamiento tuyo o quizá lo has introyectado? ¿Cómo está tu cuerpo cuando experimentas la ansiedad?
La lista podría ser mucho más larga, y en función de tu experiencia corporal, emocional y mental, dando lugar a lo que te va ocurriendo, a lo que vas sintiendo y pensando, con la ayuda de tu terapeuta podrás ir sanando el conflicto que te genera la ansiedad.